7.11.06

Recomendaciones para olvidarme

- Escuchar detenidamente las letras de amor del disco de Tribalistas
- Leer "La Seducción" de Bataille
- Repasar "El Banquete" de Platón (sobre todo la dicotomía amado-amante)
- Hundir tus dedos en las tardes soleadas del balcón
- Desnudar la cifra de mis celos y mis torpezas
- Reemplazar mi calor corporal por otro, menos sudoroso
- Buscar a alguien que baile desnudo samba contigo, sobre la alfombra living
- Y olvidarme, sobre todo olvidarme

8.8.06

Disolución

Hay una función del cuerpo todavía desconocida, un proceso químico que nos empuja hacia el amor. Pequeños ácidos en glándulas perdidas, o los intercambios de fluidos en una región del cerebro o el corazón. Cada célula del cuerpo ha visto pasar esa substancia liviana y misteriosa que se transforma en vacío al llegar al estómago.
No hay ejercicio ni voluntad que lo retenga. Es imprevisible. Nunca dominamos el amor, y sus certezas son más duras que la verdad. En el amor todo es espera o sorpresa.
Hay maneras fáciles de morir, una vez que se conoció el efecto de esos jugos corporales. La violencia arrastra lo que queda del remordimiento, como un residuo moral que hay que desechar. Algunos se liberan con sólo dirigir la cabeza hacia algo duro, para que el líquido se disuelva en el asfalto y el cuerpo quede lánguido. A otros los inunda la imposibilidad, y el amor los rellena, como a un muñeco de trapo tirado en una cama. Otros quedan concentrados en un punto negro en el centro de sus cráneos, enloquecidos.
Pero en algunos cuerpos, el amor se disuelve. Queda el alcohol de otra noche, una vaga presencia que no aturde. Y esa disolución necesita de garantías. Palabras reales, administración emocional y concentración sobre pequeños objetivos. Hay que evitar los días nublados y la lástima.
El camino es hacia atrás. Volver a las esquinas, a los puntos en los que se dividió el destino. Es un trámite de supervivencia, en el que se instala la vergüenza y se otorgan culpas.
Y se perdona.
Todo lo que tenía sentido queda suspendido por las ganas.
La lógica queda detrás del temperamento. Y ya no hay responsabilidad, sino vocación. Ganas de seguir o de volver. Entusiasmada ceguera.
El amor es una especie de condena feliz.

27.3.06

Cartas

Estábamos tan lejos
que nos hacíamos el amor
con cartas filosas
que nos sacaban sangre
que nos abrían surcos.
Cartas
que eran casi todo lo que teníamos
que nos explotaban en las venas
porque hablaban del futuro.

Sólo teníamos cartas
pero hablaban del futuro.
Y no de uno solo
sino de muchos futuros
de la juventud
de la suerte.

Y ese es un pasado
pero todavía
no hay futuros.
Así que
a partir de ahora
toda palabra
tiene derecho a la sangre.

21.2.06

Diálogos con un fantasma

Entonces primero tengo que preguntarme
por qué no te quise.
O puedo preguntarte a vos,
ahora es más fácil.
Ese es el trato para este poema.

Después puedo imaginar lo que vieron tus ojos en el viaje
y lo que vieron los trabajadores
en la madrugada de tu cuerpo compacto
duro y extranjero
de tus ojos finos de sonrisa.
Ahora me dejás que siga hablando
de tu cuerpo compacto
y de tus tetas blancas y chiquitas y de tus brutos besos.
Y dejás que hable de tu pelo rabioso y de las preguntas y de tu tierna violencia.
Y otra vez hablo de tu cuerpo
que no se mueve.

Llegamos a una estación de trenes
desde la que parten
caballos de carrera que van hacia adelante.
En la estación no nos espera nadie
sólo hay cafeterías y librerías
y no me animo a tomarte de la mano.
Caminamos entre otra gente
que no nos mira.
Hasta que en el hall de la estación
se nos deshace todo:
estación
mano
teta
distancia
violencia
y volvemos a ser jóvenes de mierda
que llegan a la estación.

8.2.06

Industria y naturaleza

¿Quién iba a pensar que Tabaré Vázquez se iba a transformar en el peor enemigo de los ecologistas?
Es muy tentador pensar el conflicto de las papeleras en Uruguay como el choque entre dos izquierdas: por un lado la industrialista y nacional, mucho más negociadora y pragmática, y por el otro lado algún tipo de izquierda más sanguínea y terrestre, que defiende su espacio y sus negocios pero también toma conciencia de cuáles son los riesgos –en este caso ambientales– de la ambición. Una izquierda profesional contra otra izquierda más artesanal y originaria.
Si algo tiene de extraño la lucha por el medio ambiente (y esto a veces les pesa a las tibias organizaciones ecologistas) es que exige un espacio real y concreto para la política: se bloquean barcos, los cuerpos se interponen entre la naturaleza y el agresor, o bien se portan carísimos disfraces frente al Congreso Nacional.
La lucha ecológica tiene, necesariamente, que actuar en el terreno, y eso es algo que la condiciona políticamente, mientras que el resto de las actividades políticas sólo tiene que actualizar su vínculo en las elecciones, o bien visitar de vez en cuando los satélites del Partido, una periferia necesaria pero no primordial. (Aquí habría que hablar entonces de los movimientos de base de desocupados o los movimientos raciales o religiosos como fuerzas originariamente ecológicas, que fueron un poco profesionalizadas por la izquierda más institucional. Pero mejor no arriesgarme tanto).
Por supuesto: los ecologistas no siempre toman posiciones arriesgadas, pero cada vez más la lucha ecológica es una lucha contra los monopolios. Y esto porque cada vez hay más monopolios. Y porque la producción industrial es cada vez más monopólica, y para mantener su productividad necesita enflaquecer los gastos y los gustos para engordar los rendimientos y los ritmos.
Parece idiota comprobarlo, pero por naturaleza la industria se enfrenta a la naturaleza. Siempre. Es una intuición que siempre existió entre nosotros, en distintas épocas de la historia, con gente que destruía máquinas en una década, o anunciaba el fin de la poesía en otra década, o intentaba desesperada e inútilmente volver a la religiocidad en otra época, después de haber crecido con la ciencia.
Progresistas contra saboteadores; ambiciosos contra defensores del terruño social.
Ahora nos toca el capitalismo post-industrial y esa renegociación de soledades que es la acción comunal. Una hermosa aventura que aunque muchas veces esté condenada al fracaso, siempre es absolutamente necesaria.

25.1.06

El amor en las terminales

Tengo el vicio de enamorarme
de señoritas de provincia
que se despiden del mundo en estaciones terminales
y nunca más vuelven a mi vida.
El amor termina cuando las pierdo de vista
cuando se esconden en butacas de trenes
o se alejan entre la gente
caminando
con esa escasa elegancia provinciana.
Por lo general tienen caderas anchas
y se hunden en el futuro de alguien
que no soy yo
que las acompaña en larguísimos domingos
en años de sol y sombra de provincia.
Pero antes de todo eso
ahora
están sosteniendo sus valijas
en estaciones terminales
abrumadas por el destino
y por las posibilidades
y por quienes las observamos
detenidamente
hasta enamorarnos.

30.12.05

Poemas de una sola idea

El mundo no existe
sólo existen afirmaciones
gritos vivos y reales
burocracia
tibieza
besos y enjambres
alcohol y fruta
peleas con los vecinos
números cuánticos
y domingos en la cama.
Pero el mundo no existe.

La realidad se construye
a partir de rayos de luz
que inciden en los ojos.
La realidad es luz
y está en cada uno de los ojos.

Te vas a morir
y yo también
pero a vos
te va a doler más
y te aseguro
que me voy a morir
pensando en vos.